Tenía apenas 21 años cuando cuando conquistó París en 1958 como heredero de Christian Dior. Durante un largo reinado- se retiró en 2002, falleció a los 71 años-, fue uno de los modistas más influyentes y revolucionó el marketing del lujo.
Yves-Henri Donat Mathieu Saint-Laurent nació en Orán, Argelia, el 1° de agosto de 1936. Pero creció en una villa mediterránea con sus hermanas menores, Michelle y Brigitte. Ambas y su madre siguen viviendo. Desde los dieciocho, trabajó con Dior, quien le decia “mi delfín”. La sorpresiva muerte del maestro puso a YSL al frente de la casa homónima. Es imperio de US$ 2 millones anuales, producto de otra leyenda: la cintura de avispa (1947).
Su salto a la fama fue la colección Trapèze, su primer trabajo para el sello Christian Dior tras la muerte del maestro. Pero, a diferencia de tantas estrellas fugace, YSL se mantuvo en la cima mientras la moda pasaba de lo formal al “prêt-à-porter” –un golpe de marketing, por cierto- y al triunfo de lo deportivo e informal.
Durante años atendió su propio atélier de alta costura. Ya a inicios de los sesenta, sus colecciones eran consideradas como la última palabra de cada temporada. Su influencia, a veces tan tiránica como la de Coco Chanel, alcanzó el pico en los años setenta, mientras fue normal entre los creadores hacer cambios cada seis meses.
Entre sus mayores éxitos figura la colección Mondrian (1965), basada en pinturas abstractas del holandés, cuyo desfile parisino debió repetirse en Nueva York. Inicialmente un audaz proclive a polémicas como la de los pantalones femeninos (1968), derivó después a posturas más conservadoras y trocó revolución por evolución. Solía decir que todo cuanto precisaba una mujer era un par de pantalones, un pulóver y un impermeable.
Ya en 1983, el Museo Metropolitano de Arte (Nueva York) organizó una retrospectiva deYSL (tenía 47 años). Nunca el Instituto de la Moda lo había hecho con un creador vivo. Esa exposición recorrió París, Beijing, Moscú, Leningrado y Tokio.
A menudo, el modista buscaba ideas en las calles. Por ejemplo. Ropa de ”beatniks” parisinos, uniformes de marineros norteamericanos y una gama “risquée” de vestidos.
Sus encantadoras creaciones de “soirée” solían llevar ornamentos, fantasías y hasta joyas inspiradas en Pablo Picasso, Henri Matisse, Salvador Dalí o Joan Miró. Por encima de todo, era un maestro del color, capaz de combinar verdes, azules, rosas y amarillos en un solo conjunto, sin ser vulgar o recargado.
Entre las mujeres que dictaban el estilo, sus creaciones fueron lucidas por Catherine Deneuve, Lauren Bacall, Marina Vlady, Odile Versois o miembros del jet set. Verbigracia, Marie-Hélène Rothschild, Marella Agnelli y varias cabezas coronadas.
En el ocaso, el modista mutó en empresario, lo cual el valió duras críticas. Antes de retirarse, por ciento, cedió el manejo de su imperio a inversores privados. La marca YSL paso al grupo Gucci, un apellido corso en parte competidor de YSL, a su vez parte del conglomerado minorista PPR. Pero ¿hay algún heredero aceptable? Algunos apuntan al italiano Stefano Pilati.
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